En el contexto actual, las criptomonedas de referencia como el bitcoin o ether son caracterizadas por una fuerte volatilidad, por lo tanto, su uso y la inversión en ellas siguen estando en un ámbito de alto riesgo. Ésta ligada en muchos sentidos con la especulación en los mercados. Una situación que se hace evidente en las continuas tendencias de alza y baja que sufren los mercados de criptomonedas.
Debido a esto, los instrumentos financieros asociados al blockchain evolucionan constantemente para encontrar soluciones a los retos que aún enfrenta esta tecnología. Un ejemplo de los últimos esfuerzos para reducir dicha volatilidad es la creación de las stablecoins.
Dentro de la extrema inestabilidad de las criptomonedas, surge esta moneda virtual que tiene por finalidad que su valor permanezca siempre estable. Los stablecoins mantiene esa poca variabilidad característica en su precio de mercado gracias a un backup de respaldo.
En este sentido, este nuevo tipo de criptomonedas son tokens que tienen una relación de resguardo asociada al valor de una moneda fiat (como el dólar o el euro), a bienes materiales como el oro o los inmuebles. Asimismo, hay stablecoins que no están asociadas a ninguna otra moneda, sino que están controladas mediante algoritmos para mantener su precio estable. La principal motivación para crear una stablecoin es tratar de dar refugio a los inversores en momentos de inestabilidad.
Stablecoins Colateralizadas
En este primer grupo están las denominadas stablecoins colateralizadas (o respaldadas), asociadas a un valor externo que teóricamente les proporciona estabilidad. Dentro de este grupo destacan a su vez otras tres categorías:
La más popular es en la que la stablecoin está respaldada por moneda fíat en una proporción de 1 a 1, un emisor central (o banco) mantiene una cantidad de dinero fiduciario en reserva y emite una cantidad proporcional de tokens. Por ejemplo, el emisor puede estar en posesión de un millón de dólares, y distribuir un millón de tokens con un valor de un dólar cada uno. Los usuarios podrán tradearlos libremente, tal como harían con criptomonedas y, en cualquier momento, tendrán la posibilidad de redimirlos por su cantidad equivalente en USD.
Obviamente, hay aquí un elevado grado de riesgo de contraparte que no puede ser mitigado: en última instancia, hay que confiar en el emisor. El usuario no tiene manera de determinar con seguridad si el emisor mantiene los fondos en reserva.
Binance, por ejemplo, ofrece dos stablecoins respaldadas por fíat -BUSD, que mantiene un anclaje con el dólar estadounidense y BGBP, que sigue el valor de la libra británica-.
Como siguiente categoría tenemos las stablecoins respaldadas por otras criptomonedas. Éstas imitan a sus homólogas respaldadas por fíat, siendo la principal diferencia que como colateral emplean criptomonedas.
Las stablecoins respaldadas por cripto son de tipo «trust-minimized» (se minimiza la necesidad de confiar en terceros), pero cabe señalar que la política monetaria es determinada por los votantes de sus sistemas de gobernanza. Esto significa que no has de confiar en un único emisor, pero sí has de confiar en que toda una red de participantes actuará siempre a favor de los intereses de los usuarios.
Para adquirir este tipo de stablecoins, los usuarios dejan en depósito sus criptomonedas en un contrato que se encarga de emitir el token. Posteriormente, para poder recuperar su colateral, deberán retornar las stablecoins al mismo contrato (junto con un interés).
En la última categoría, nos encontramos con un modelo de stablecoin que mantiene su valor estable al “anclarlo” al precio de un bien como, por ejemplo, el oro. En el caso de G-Coin, se trata de una plataforma de ‘tokens’ que equivalen a un gramo de oro físico cada uno. La compañía asegura que el oro está almacenado de forma segura y que emplean ‘blockchain’ para garantizar que el material procede de zonas libres de conflicto. Según la firma, sus ‘tokens’ pueden intercambiarse por oro físico, emplearse como depósito de valor o usarse como otras criptomonedas para realizar determinados pagos digitales.
Stablecoins No Colateralizadas
En un segundo grupo nos encontramos con las stablecoins no colateralizadas, las cuales no se respaldan ni en dinero fiat ni en otras criptomonedas. En este modelo, la vinculación se logra completamente mediante algoritmos y contratos inteligentes que administran el suministro de los tokens emitidos.
Un ejemplo de este grupo es USDX, que emplea algoritmos para mantener el precio del ‘token’ “pegado” al del dólar para controlar su estabilidad. En este caso, el sistema opera de manera descentralizada gracias a los contratos inteligentes que regulan su funcionamiento.
Esencialmente, un sistema algorítmico de stablecoins reducirá el suministro de tokens si el precio cae por debajo del precio de la moneda fiduciaria que rastrea. Si el precio supera el valor de la moneda fiduciaria, entran en circulación nuevos tokens para reducir el valor de la moneda estable.
Es posible que esta categoría se denomine como stablecoins no garantizadas. Sin embargo, sí están garantizadas, solo que no de la misma manera que las respaldadas. En caso de un evento de cisne negro, las stablecoins algorítmicas pueden tener algún tipo de garantía para manejar movimientos de mercado excepcionalmente volátiles.